Oasis: ‘Standing on the Shoulder of Giants’ (2000). Una valiosa oportunidad perdida

Tal vez sea por mis recuerdos, o por lo que pudo ser y no fue; por lo mucho que me fascinan los ídolos caídos, o por la atmósfera deprimente y oscura; por canciones que hablan de ocasiones perdidas, de tiempos que se fueron y ya nunca volverán; por percibirse el vacío que dejaron Paul McGuigan y Bonehead Arthurs al abandonar la banda, por palparse el melancólico estado anímico de Noel Gallagher en ese momento; por el tímido intento de cambio en el sonido del grupo; o por la inmensa cantidad de veces que he intentado editar este disco, añadiendo y quitando temas, cambiando el orden y poniendo versiones alternativas de las canciones. Quizás porque creo que recibió críticas demasiado severas. Tal vez sea por todo esto y por las muchas veces que he escuchado este álbum, que se encuentra entre mis más queridos de su década.

Se trata de un disco generalmente fallido, pero con aciertos importantes. Es más, me parece el último disco real de la banda. Discos posteriores, a excepción de ‘Dig out your soul’, nunca consiguieron dar la sensación de trabajo completo, de unidad. Se limitaron a adornar los singles con relleno mediocre en el mejor de los casos, haciendo que su escucha integral fuera una absoluta pérdida de tiempo, pues nunca había canciones interesantes más allá de las promocionales (y algunas b-sides ya que, a pesar de la crisis creativa que asoló al grupo tras su período de gloria, siguieron desperdiciando buenas canciones hasta en el último de sus trabajos).

De hecho, las últimas grandes b sides de Oasis, signo distintivo de sus buenos tiempos, acompañaron a los singles de este disco. Celebradas b sides posteriores, muy reivindicadas por los fans hardcore, sencillamente palidecen ante “Let’s all make believe”, una emotiva y poderosa canción, con una letra amarga que se sitúa fácilmente entre sus mejores temas, el cañón rockero “Full on” o la típica balada distintiva de Noel, “Carry us all”.

Descartes y b sides aparte, lo que sí ofrece el disco es el sorprendente instrumental rockero “Fuckin’ in the bushes” que servía para abrir sus conciertos, o el single “Go let it out” que es una canción típica de Oasis que gusta a todo el mundo. Más efectiva que brillante, incluye un mellotron y una letra reivindicativa, con unos versos prestados. Como primer single, es superior a otros como “D’ you know what I mean?”, “The Hindu Times y, por supuesto, la nefasta “Lyla”, que presentaron otros trabajos de la formación mancuniana.

Por lo tanto, el inicio del disco se muestra bastante consistente y esperanzador, pero la polémica llega pronto con “Who feels love?” en la que Oasis juegan a ser en la misma canción The Stone Roses y The Beatles comandados por George Harrison. Lo cierto es que se trata de una canción demasiado larga y mortecina en la que no ocurren grandes cosas y, a pesar de algunos guitarrazos interesantes al final de la misma y el juego de voces, esto no es suficiente para salvarla de la quema. Es larga y aburrida, por lo que resulta incomprensible que fuera single. Dicho esto, es tremendamente superior a esfuerzos posteriores similares como la horrorosa “Probably all in the mind”, aunque queda como el primer borrón del presente trabajo.

El disco, lejos de mejorar, se empantana con el siguiente corte, la horrible canción “Put yer money where yer mouth is”. Se trata, junto a “I can see a liar” de pura rutina macarra para cubrir la cuota de rock ‘n’ roll que todo disco de Oasis debía ofrecer. Mejor la segunda que la primera.

“Little James” es una correcta balada que mejora en mucho a la anterior canción. Es cierto que la letra es algo ñoña, pero no creo que sea tan mala como siempre se ha dicho. Creo que está sobreproducida, que quizás ganaría enteros con un enfoque más acústico, así como que es demasiado sencilla para ese tono pomposo que le otorga la producción. De todas formas, pienso que debió ser b side.

Si hay un argumento contundente para salvar el cuarto disco de los Gallagher del más absoluto olvido es sin duda el sexto corte. “Gas Panic!” se trata de una canción de atmósfera lúgubre, en la que Liam más que cantar, recita, con una voz ya bastante resentida por los años de excesos, pero que encaja perfectamente con una letra enigmática y paranoica, escrita por Noel probablemente bajo los efectos de determinadas sustancias, o tal vez exorcizando la resaca de años de consumo.

La producción, esta vez sí, es notable. La canción se desarolla sobre una base rítmica con retazos trip hop. Las guitarras estallan tras el primer estribillo y una armónica planea sobre el solo y el final, como un buitre acechando a un moribundo. Varios samplers y tímidos sonidos electrónicos acaban de pincelar esta obra mayor en el catálogo de los Gallagher. En directo, era aún más impresionante, desbarrándose la banda con solos de guitarra interminables al más puro estilo Led Zeppelin, prolongando la canción incluso hasta los 11 minutos. Sin duda éste era un tema de peso, que Oasis podía alargar hasta el infinito con cierto sentido épico; no gratuitamente como sucedía, por ejemplo, con “All around the world”.

Entre los fans del grupo, “Gas Panic!” pronto desplazó al exitoso primer single, “Go let it out”, en el hipotético puesto de mejor canción del disco. Es una de sus mejores aportaciones al fabuloso cancionero del que Oasis ya disponía en 1996 y que discos posteriores fueron corrompiendo; su último gran himno. Tras este tímido intento de evolución, frustrado en el álbum pero brillante en la canción que nos ocupa, volverían al más de lo mismo en discos posteriores, pero sin encontrar nunca la inspiración que tuvieran en sus inicios.

Tras la litúrgica “Gas Panic!” llega una de las dos canciones cantadas por Noel. “Where did it all go wrong?” trata sobre tiempos que se fueron. Excesivamente abigarrada por la producción, gana muchos enteros en la fantástica versión semi acústica que se filtró junto al resto de las sesiones de grabación del disco.

Por su parte, “Sunday morning call” es una muy buena canción opacada por una producción errónea que afea sus muchas virtudes. Escuchando la versión acústica que Oasis tocó en los estudios MTV en 2000 se descubre una melodía eterna y unos versos que toman todo su sentido.

“I can see a liar” es un rock sencillo y primitivo. Correcto pero nada memorable. Su función es separar las dos canciones de Noel del broche final del disco.

“Roll it over” es una balada gigantesca, desesperanzada y oscura, con unos versos certeros que la emparentan con “Where did it all go wrong?”. La canción parece que va a despegar de un momento a otro aunque realmente nunca entrega la grandeza que promete y es que llega a parecer que no la terminaron. De cualquier modo es un gran final para el disco. En esta ocasión, los coros que sobraban en “Sunday morning call” le dan un aire épico muy acertado en una canción tal vez excesiva pero muy valiosa, climática y profunda y que suena a sincera despedida, cantada excelentemente por un Liam que parece sentir todos sus versos.

El  single “Go let it out” se completó con la magnífica “Let’s all make believe”, la auténtica joya del disco. Es una canción emotiva y amarga, con un Liam sensacional. Noel Gallagher, con su habitual habilidad para elegir las canciones que forman parte de sus discos, nos privaba de esta brillante canción, confinándola como b side; siendo ésta, en realidad, la única canción que se acerca en calidad a “Gas Panic!”.

Un repaso rápido a los b sides de la época [“Let’s all make believe”, “Full on”, “Carry us all”], incluso a algunos demos [“It’s a crime”, “Solve my mystery”], un paseo por Youtube para escuchar “Sunday morning call” en acústico de 3 minutos y la comparación de la versión del álbum de “Where did it all go wrong?” con su versión semi acústica filtrada en Internet en 2008. da a entender que “Standing on the shoulder of giants” fue la última oportunidad de Oasis de editar un gran disco, pero, al igual que sucediera en ‘Be here now’, fueron las malas decisiones de Noel Gallagher, las producciones erróneas, algunas pocas canciones mediocres y las grandes b sides escondidas sus principales obstáculos para lograrlo.

Así las cosas, el disco no convenció ni a la crítica, que en general hacía años que le había dado la espalda a la formación británica; ni a los propios fans, que probablemente encontraron algo demasiado distinto del material anterior del grupo. Discos posteriores, inferiores al presente, conseguirían, no obstante, una mejor acogida, quedando este ‘Standing on the shoulder of giants’ como el gran desconocido del catálogo de la banda.

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